Hombre de sal y quebracho
Don Pedro Evaristo Díaz.
Recibe a los forasteros
Con sus dos manos tendidas.
Y un sonkoy galopeador
que supo entender la vida.
Rancho quinchado sencillo
Todo hijo, todo nieto.
De pobreza por afuera
y de esperanza por dentro.
Tiene una pared de sueños
y otra llena de secretos.
Rancho con ceibo en la puerta
voces, guitarras y canto.
A veces risas y cuentos,
otras bombos y llantos.
Es el rancho de Don Pedro,
paisano de Calicanto.
II
Su rostro pinta la raza
de Santiago monte adentro
y son urpilas sus ojos
siempre volando al recuerdo.
Años de empeño y labor,
sembrando música y versos.
En mas de una salamanca
Don Pedro dejó encendidas
a puro bombo no más
sus coplas atardecidas.
Y de noche caja y caja,
vidalas amanecidas.
Yo se que son pobrecitos
estos versos que te evocan.
Son de adentro ´el corazón
y me estallan por la boca.
Don Pedro Evaristo Díaz
de amor llenaste tu copa.